domingo, 15 de mayo de 2016

Sorpresas.


Uno nunca sabe lo que le espera, quizás por esa razón somos un poco desesperantes. Quizás lo que no sabemos es que las cosas que llegan de "sorpresas" son las mejores. 
Eso lo aprendí de ti, jamás pensé que podría encontrar a alguien que me quisiera como soy. De hecho creo que tenía vista mi vida soltera y con muchos perros que cuidar. Pero no, fuiste un extraño que me sonrió de la nada. Me ruboricé, lo recuerdo. No sabía porque lo hiciste. Es más, creí que era una broma. Trate de ignorarte pero sentí tu mirada en mi. ¿Por qué te has de fijar en mi? No soy linda, ni guapa, no visto a la moda y peor, no soy de las que son muy sociables. Crei que no te iba a volver a ver. Tenía planeado seguir con mi vida cuando apareciste de nuevo. Estabas ahí, en el mismo café donde te vi la primera vez. Estabas solo, pero tenias dos tazas de café sobre tu mesa. Me puse en la fila para pedir mi desayuno cuando el mesero se me acercó.  

"Señorita, usted tiene reservada una mesa con un desayuno. Acompáñeme por favor."

Quede tan confundida que ni me di cuenta cuando mis pies empezaron a moverse, podría jurar que mis mejillas estaban sonrojadas ¿quién podría reservarme un desayuno? 
Y entonces te vi.
Me sonreíste, de nuevo, mi corazón se aceleró "¿Qué me sucede?" Me dije a mi misma. Es un desconocido Julia, no sabes ni quién es. 
Sonreí a medias, un tanto nerviosa, quería irme siendo sincera pero no lo haría. No soy una cobarde (aunque con esta situación lo creía un poco). 

"Hola, perdón si te incomodé. Pero quería conocerte." Dijiste. Quedé tan sorprendida que mi boca se abrió un poco. Con el poco esfuerzo dije. 

"Hola, no te preocupes. Solo espero que no seas un loco que me quiere secuestrar." Reí. Pero automáticamente me sonrojé, ¡que estupidez acabo de decir! 
Todo cambió cuando sonreíste y una pequeña carcajada salió de tu garganta. Decidí sentarme no hacía nada parada. Y ahí empezó todo, hablamos por horas, aunque creo que en si fueron minutos, no podía despejar mi mirada de la tuya, te quería seguir observando. Tus ojos eran de un verde con un toque café. Los míos eran café claros. 

"Me llamo Oliver." Dijiste mientras ponías un poco de azúcar en tu café. 

"Mucho gusto, me llamo Julia." Sonreí un poco, estaba nerviosa. 

Me preguntaste muchas cosas, sobre mi trabajo, mis sueños, mis miedos, hasta me preguntaste sobre mi tipo de música favorita. ¿Quién pregunta eso? Bueno, tú.
El tiempo empezó a transcurrir y la mayor parte del tiempo te veía. Me ibas a ver al trabajo, estabas fuera de casa, fuera del café. En todas partes. 
Siéndote sincera me ponía nerviosa eso, ¿por qué tú estabas "tras de mí"? No lo veía. 
Podía estar con cualquier otra. 
Más bonita, más simpática, más a tu estilo.
Pero no. Estabas ahí. 
Quería alejarme, de verdad quería hacerlo pero no podía, cada parte de ti me llamaba, eras como un droga (y en si lo fuiste) 
Quería que te alejaras de mí, sabía que iba a lastimarte (y lo hice)

Aunque en si no quería perderte, pasó y  quizás fue lo mejor. 
Share:

0 comentarios:

Publicar un comentario